Hoy paseando por Cañada Real
hemos visto un imponente ejemplar de lagarto ocelado (Timon Lepidus). Podría
ser un ocelado más, sino es porque este nos ha mirado y está aquí compartiendo
espacio con nosotros… por eso nunca será uno más, todos somos únicos e
irrepetibles, cada uno importa.
Los lagartos ocelados son los
más grandes de la PI, alrededor de 620mm, siendo la cola entre 1.5 a 2 veces
mas grande que el cuerpo. Los machos son lo que alcanzan mayor tamaño, y son un
poquito cabezones con un mandíbula poderosa que si se siente acorralado,
incluso por un hombre, puede llegar a morderte. Te dará un gran susto y un
dolor que durará un rato, puesto que si se empeña puede no soltarte durante
unos minutos. Pero no te confundas, no es su costumbre
perturbarte, al contario si te oye huirá a gran velocidad,
incluso no dudará en desprenderse de la cola si lo considera necesario.
Se le conoce por este nombre
por unas increíbles escamas dorsales con forma de ocelos azulados, verdes… que presenta en su cuerpo de color verde, amarillento
y negro en los ejemplares adultos. Los machos son muchos más vistosos que las
estilizadas hembras, son diurnos, insectívoros, aunque su dieta varia
incluyendo fruta, carroña… Son animales ágiles, solitarios y territoriales, que
llegan incluso a vivir 15 años en libertad.
Se encuentran en casi todos los
hábitat, incluso en zonas urbanas, ha excepción de la zona de Cantabria, Baleares
y Canarias. Le gusta tener zonas donde poder resguardarse, son excelentes trepadores
y necesitan de espacios abierto para descansar al sol, claro que con su sangre
fría debe hacerlo a menudo.
Entre los principales peligros
que acechan o han diezmado a nuestros lagartos están:
Los atropellos en las
carreteras, siendo el segundo reptil en número de atropellos en España.
El consumo de su carne como
exquisitez gastronómica o la elaboración del Licor de Lagarto.
Falta de alimento y destrucción
o modificación de sus hábitat.
Persecuciones y caza por perros
y gatos.
Por último, resulta sorprendente
que los seres humanos maten a los animales por sus falsas creencia o animad versión y por
supuesto el lagarto no iba a ser menos. Antiguamente, en algunas zonas como
Jumilla y Yecla, se ponía una pata cerca de los niños por creer que tenía
propiedades curativas.
Pero todo esta conectado en la
naturaleza y si disminuye drásticamente el número de estos lacértidos, otros
muchos predadores se verán afectados. Esperemos que entre todos
podamos hacer que los reptiles continúen poblando nuestros hábitat, como vienen
haciendo desde hace más de 310 millones de años.
Blanca Herrera
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